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lunes, 19 de mayo de 2014

DIA 36 - ABRAZO



“Hoy fue un dia en que los brazos de mi pequeña Sofía me han salvado una vez mas!!!” Mariluz


“Un día alguien te va a abrazar tan fuerte, que todas tus partes rotas se juntaran de nuevo.”

Casi siempre los papás que llegan a mi consultorio me insisten en que discuten, pelean, y tratan asuntos importantes lejos de la presencia de los niños, con esto ellos refieren que los niños no se dan cuenta de nada de lo que pasa y que están totalmente al margen de cualquier situación.  Cuando yo platico con los niños me doy cuenta que el panorama es totalmente diferente a lo que creemos los adultos, la mayoría de los niños saben muy bien todo lo que pasa en casa, el detalle más serio es que al escuchar y observar solos toda la situación sacan sus propias conclusiones.  Por el contrario muchos padres optan por todo lo contrario, convierten a los niños en sus paños de lágrimas y se vuelven víctimas de la dificultad de los padres para compartir de manera sana las situaciones cotidianas de la vida.

Una de las cosas que voy intentando aprender con la maternidad es que por más que me esfuerce en intentar darle a mis hijos una infancia feliz y placentera, no puedo estar dentro de sus cabecitas y ni manera de influir en la forma en que podrán enfrentar o percibir ciertas circunstancias, confieso que esto era algo que me estresaba mucho., y me hacía cargar con un sentimiento de culpa la mayoría de las veces por sentir o pensar que hacía cosas que podrían traumar a mis hijos.  Pero creo después de tantos años de platicar con los niños y sus papás y mamás, que la postura es lo que marca la diferencia, y eso hace que los niños lo puedan manejar de la mejor manera.   

Viendo con José la película LO IMPOSIBLE, en donde una familia sobrevive a la tragedia del Tsunami, José me cuestionaba lo inmaculada que de pronto se convirtió la infancia en nuestra época, como algo intocable rodeado de un aura de ingenuidad y fragilidad, pero que era increíble la forma en que los niños muchas veces enfrentaban y resolvían las cosas, pero yo creo que eso sucede si el niño crece en un ambiente donde el adulto le genera toda la seguridad, si el niño está con adultos en los que confía y sabe con toda certeza que siempre lo protegerán, y que al final no es su total responsabilidad cualquier decisión que tome, porque está aprendiendo, no es lo mismo confiar en la capacidad de un niño para resolver las cosas, que deslindarse de la responsabilidad y depositársela totalmente al niño dejándolo indefenso en medio de cualquier calamidad.

Hoy viví algo así con mi pequeña Sofía, no le escondo a mis hijos mis emociones, pronto aprendí que escondérselas tendría muy malas consecuencias, pero abrírselas me ha enseñado a ser más prudente y pensar un poco cuando doy rienda suelta a una emoción,
y eso también les ha hecho sentirse más libres y tal vez sin pretenderlo nos ha orillado a todos a ser más respetuosos, con nuestras tristezas, nuestros arranques, nuestros enojos y nuestra felicidad.

En mi familia las mujeres tenemos un carácter muy fuerte, ya en una ocasión les conté del miedo que sentía hacia mi madre, uno de mis grandes temores era que mís hijos pudieran sentirse así conmigo, pero a diferencia de mi madre, he logrado construir con mis hijos un vínculo bastante hermoso, cercano y profundo, que nos da la posibilidad no solo de aceptarnos como somos sino de ayudarnos y apoyarnos en nuestros procesos.

Hoy después de mas de 30 días de tranquilidad me llegó la frustración, la positividad y el optimismo no se van, pero la desesperación por la situación y las cuentas que pagar no se solucionan solo con ser positivo, Sofía se fue de pijama a casa de una amiga, y al llegar me dijo su papá que estaba enojada por que la fuimos a buscar muy temprano, se quedó en el auto y no quería bajar, cuando bajó como toda una pre-adolescente entro a la casa y se encerró en su cuarto, entonces, entré furibunda y encendida al descubrir que en casa de su amiga le habían roto un zapato. 

La regañé, le reclamé que no fuera cuidadosa con su zapato si sabía como estaba nuestra situación, y que ni siquiera tenía para comprarle en estos momentos un par de zapatos, entonces le dije que además de todo, llegaba enojada cuando la realidad es que me esfuerzo demasiado por darle y hacerla feliz y que ella ni siquiera me lo agradecía.  Sofía se puso a llorar y lo que hizo fue a empezar a recoger las cosas de su cuarto, por que en ese momento ya enojada me puse a reclamarle a todos que era el colmo que además ni siquiera me ayudaran a mantener la casa ordenada.  Pretextos sobran cuando ya estás muy enojado. 

Salí del cuarto y me senté a llorar y en ese momento comprendí que el enojo era con todo, con la situación que no se soluciona, conmigo misma por no ser lo suficiente para resolver nada, y por que la preocupación ya me estaba ganando la partida.

Entré al cuarto y vi a Sofía llorando arreglando sus cosas y la abracé y me solté a llorar en sus brazos, ella inmediatamente se calmó y me escuchó atentamente, le dije que me sentía muy mal, que me sentía muy frustrada por que nada estaba saliendo y que tenía mucho miedo de que no pudiera darles lo que debía y que además no quería que a ellos les pasara lo mismo que a mí, que esa sensación que tengo de no dar la talla, de que todo me está saliendo mal, y de que no me siento en ocasines capaz de enfrentar al mundo, no quería que a ellos les sucediera, y que no quería que jamás se sintieran así, que soñaba con darles una vida mucho, mucho mejor que la mía.  Sofía me abrazó y se soltó a llorar  y me dijo que todo estaba saliendo bien, que era una excelente madre, que jamás se ha sentido decepcionada de mí, que no me desespere, que soy exitosa, y que todo saldría muy bien.

Hace mucho tiempo Sofía me cuestiono porque me sentía una mala madre, y me dijo que si yo me sentía una mala madre, entonces era probablemente una mala hija, por que las malas madres tienen malos hijos, esa reflexión me impacto muchísimo y fue increíble darme cuenta que Sofía tenía muy claro que yo no me sentía suficiente, y que me exigía tanto, y que asi como lo hacía conmigo misma muy probablemente lo estaba haciendo con ella, como lo hizo mi madre, dejándome siempre la sensación de que nada de lo que hago es ni será suficiente.  Desde ese momento muchas cosas cambiaron en mi actitud con Sofía.   

Hoy una vez más tuve un momento de lucidez y logré reconocer que el problema lo tenía yo, que no era ella y me sentí muy bien de abrir mi corazón y de decirle a mi hija, que en estos momentos me siento agotada y muy, muy preocupada.

La mayoría de los pacientes que acuden a mi consultorio son niños y varones, y quienes los llevan son sus mamás, ya sea por que son hijos de una pareja que se ha divorciado, o por que son madres solteras, o también en casos mas extremos por que el papá se niega a llevar a sus hijos a terapia ye es la madre quien asume la responsabilidad de la decisión, las mamás generalmente tenemos esa sensación de no estar haciendo las cosas bien, y creo que ahora es peor queantes, con tantas exigencias para ser un padre o madre perfecto, con tantos mensajes sobre lo que debemos o no de ser y hacer para crías bien a nuestros hijos, el menú se vuelve interminable y con un costo muy elevado.  Muchos padres ante estos sentimientos de insatisfacción con su propio rol entonces compensamos o intentamos compensar de muchas formas, pero puedo reconocer que todas aquellas madres y padres que llegan con la intención de comprender, de conocerse, de aprovechar el rebote que la paternidad y la maternidad les ofrece para realizar un proceso personal son ante esta actitud solo  por ello excelentes padres y madres.

Sofía en muchas ocasiones me ha ayudado a recobrar el camino, me dice siempre que se siente orgullosa de mí, que no soy como las demás madres, yo le repito todo el tiempo que es una excelente niña, única y muy especial.  Se da cuenta de mis esfuerzos por curar mis heridas, hace poco le conté de mi divorcio por que no lo sabía y pude compartir con ella pero ya con las heridas cerradas una parte de mi vida que era importante que la supiera por mí y por nadie más.

Otra de las cosas que mi pequeña me ha dicho es que lo mas importante que ha aprendido de mí es a no darse por vencida y luchar por sus sueños.  Y justo por eso no pienso claudicar, y le agradezco desde el fondo de mi alma el que me sostenga cuando siento que ya no puedo más.  Por que yo la sostengo y ella tiene la seguridad de que siempre así será.

Cuando era mas pequeña y tenía 4 años, recuerdo que íbamos camino a su escuela, la dejaba ahí todas las mañanas y yo me iba a mi trabajo en la instituticion gubernamental donde trabajaba, Sofía me miraba con sus ojos azul profundo y me preguntó: “Mamá, eres feliz”, en ese momento casi me voy para atrás, y le contesté que por que me preguntaba eso, y me dijo que no parecía estar contenta, y le dije que tenía razón que todos los días para mi era muy complicado levantarme y tomar la desición de ir nuevamente a un trabajo en el que no me sentía bien; y me contestó que no entendía por que estaba en un trabajo que no me hacía feliz, que por que mejor no me buscaba uno que me hiciera sentir contenta.  Recuerdo que la dejé en la escuela, me subí al coche y manejé nuevamente hacia ese lugar que me hacía sentir tan miserable, pero con las palabras de mi pequeña retumbando en mi cabeza, y todavía así pasaron varios años más para que yo tomara la decisión de renunciar.

Los adultos somos muy complicados, eso es verdad, creo que la peor desgracia de los niños en la actualidad es estar al cuidado de adultos que no solo tenemos miles de problemas sino que además no hacemos mucho por resolverlos, por enfrentarlos y ser mucho mejor, les hemos generado la terrible sensación de estar al cuidado de gente que no sabe que hacer con sus vidas, pero que además ni siquiera lo quiere reconocer, nos hacemos pasar por expertos, cuando la verdad es que también estamos aprendiendo.

Me siento mas tranquila, y con la pila bien puesta, veo a Sofía esforzarse, muy contenta con su vida, con su escuela, con sus clases de violín y leyendo libros algo que disfruta profundamente, pero sobre todo serena y en paz, con una paz que yo he tenido que buscar y alcanzar en todos estos años, por que mi madre ante una enorme dificultad para construir vínculos tal vez dejó a la deriva algunas cosas que se quedaron en mi como vacíos que con el tiempo he tenido que resolver, y que en serio me he esforzado justo ahora por conseguir y parece que lo voy haciendo, y no me cansaré de repetirme que soy una excelente madre, no con la pretensión del ego que nos ciega, sino con la intención de superarme, de aceptar que voy luchando y que todos, todos mis esfuerzos rinden frutos, por que mis hijos son excelentes, me esfuerce o no, jamás dependerá solo de eso, ellos son así, pero me encanta acompañarlos, conocerlos, descubrirlos y maravillarme junto con ellos de los fabulosos seres que son, y aprenderé a maravillarme también de mi misma, como ellos se maravillan de mi persona, y a confiar tanto como ellos confían en mí y a no dejar de luchar, no, no pienso darme por vencida, jamás.

Y es verídico, hay abrazos que salvan...

Hasta mañana….



Sofía de 3 años conmigo en un paseo que dimos puebleando antes de Navidad.

Sofía de 9 años conmigo, me encanta esta foto!!!!!

Sofía y yo en un Halloween, yo me disfracé de Emo

 LES COMPARTO ESTE VIDEO HERMOSISIMO, LO QUE LAS MADRES PENSAMOS DE NOSOTRAS Y LO QUE NUESTROS HIJOS PERCIBEN Y MIRAN EN NOSOTRAS.




1 comentario:

Eli Galvan dijo...

Solo t puedo decir q tienes el regalo de dios mas grande del mundo!!! TUS HIJOS!!! T felicito espero en dios algun dia me de esa dicha!! :-)